







“Mi corazón late con emoción cada vez que veo a mi hijo William vestido de amarillo. Es como si la luz del sol se hubiera personificado en él, iluminando su rostro con una sonrisa radiante y sus ojos brillantes como estrellas. El amarillo es un color que le sienta perfecto, como si hubiera sido creado especialmente para él. Cuando lo veo vestido con esa tonalidad cálida y vibrante, no puedo evitar sentir un orgullo y una felicidad inmensos. Es como si el mundo entero se hubiera detenido y todo lo que importa es ese momento, ese instante en que mi hijo luce más hermoso que nunca. El amarillo de su ropa es como un reflejo de la luz que brilla en su interior, una luz que ilumina mi corazón y me llena de alegría.”